martes, 18 de marzo de 2008

DOS HISTORIAS DEL TíBET

2008: 58 aniversario de la última invasión china del Tíbet. Revueltas en la calle. Rencor. Odio por los asesinatos en la represión china a la revuelta de 1959. Por los 6 000 monasterios budistas destruidos y los miles de monjes budistas asesinados durante la Revolución Cultural. Por la pantomima orquestada con la reencarnación del Panchen Lama, elegido contra la voluntad del decimocuarto Dalai Lama (su candidato es hecho prisionero) en interés del gobierno de Beijing, donde vive recluido, y eso que China se declara atea, que no participa de decisiones religiosas. La policía china reprime con dureza las revueltas. Centenares de muertos. Manifestaciones. La opinión pública se solidariza con Tíbet, con el budismo, con la paz. El decimocuarto Dalai Lama pronuncia un discurso de conciliación. Los simpatizantes budistas, millones en todo el mundo occidental, algunos muy influyentes (actores, intelectuales) de acuerdo con él. Hace falta devolver la libertad y la democracia al Tíbet.

1950: Se inicia la reinvasión china de Tíbet 39 años después de que las tropas chinas abandonaran el país. Un año después se obliga al decimocuarto Dalai Lama, de dieciséis años, a firmar un plan para acabar con el régimen feudal que los Dalais habían mantenido. Se libera a más de la mitad de la población de la servidumbre a que estaba sometida. También se reparte la tierra hasta entonces en manos de los monjes budistas. Sorprendentemente, se respetan las tradiciones religiosas (supersticiosas para los dirigentes comunistas) para la elección del Dalai y el Paschen Lama. El aparato de propaganda del partido comunista chino difunde la noticia en todo el mundo. Los intelectuales marxistas de París, defensores del maoísmo, expresan públicamente su satisfacción por la liberación del despotismo y la superstición religiosa y el retorno de la tierra al pueblo. Eso no impide la rebelión de 1956, apoyada por la CIA, que financiará la resistencia tibetana hasta 1969 con la aquiescencia del gobierno en el exilio.

viernes, 14 de marzo de 2008

PASADOS GLORIOSOS


Los integristas islámicos apelan al glorioso pasado del Islam para defender sus ambiciones. Es curioso, los cruzados de la Edad Media también apelaban al pasado glorioso de la cristiandad durante el Imperio Romano. No tenían perspectiva. No se daban cuenta de que eran descendientes de bárbaros y romanos cristianos en proporciones similares, que eran los antepasados de aquellos que hicieron posible destruir el Imperio.

domingo, 9 de marzo de 2008

LAS DOS ESPAÑAS

Parece que en la próxima legislatura vamos a poder presenciar un nuevo capítulo de la HISTORIA DE LAS DOS ESPAÑAS. Tema ya largo (hasta aburre). Por eso presento en esta entrada otras versiones del mismo debate en el pasado. Otro día hablaremos de las fuerzas periféricas de la península, historia que también viene de antiguo.

El post está dedicado al ex-concejal fallecido el viernes 7 de marzo, fecha en que debía haberse publicado la entrada, jornada de reflexión por medio (matar a un ex-concejal que trabaja en un peaje de autopista, ¿puede considerarse un acto político? ¿O más bien es un asesinato selectivo? ¿Quién puede creer que sus ideas son superiores para matar, aparte de Bush y Bin Laden?)

1. La Reconquista (o la Conquista, según las fuentes): La esencia de la España moderna. El enfrentamiento entre moros y cristianos (que tanto juego sigue dando en el levante español en formato de fiestas populares) que modeló los estados cristianos y advirtió a Occidente de la decadencia musulmana, aunque también dio lugar a los problemas actuales de España.

2. La Romanización: O lo que es lo mismo, la invasión cultural (¿por qué me suena tanto esa expresión y me sabe a Coca-Cola?) de Roma que fascinó a los íberos mediterráneos (un bando) y cabreó a los celtíberos de interior (el otro, ejemplificado por la defensa numantina). Tiene güevos (otra grafía sería demasiado halagüeña para el caso) que el franquismo utilizara a los segundos como ejemplo de españolismo.

3. La Revolución de Riego (seguimos con el rugido de la erre, tan español): La revolución liberal por excelencia, que produjo ese himno tan hermoso (acuérdense de la final de la Davis Cup) que no entiendo porque no elijen como oficial y definitivo, y que reflejó las ansias de un sector de la burguesía y la nobleza por modernizar el estado,un tanto despóticamente, eso sí (los liberales), frente a las ansias del otro sector por mantener las tradiciones junto con esa bendita miseria tan de la España del XIX (los conservadores).

4. La IIª República: El ejemplo más claro de choque entre fuerzas autodenominadas progresistas y fuerzas tradicionalistas (aunque algunos se disfrazaran de vanguardistas autoritarios), que daría lugar a lo que no debería haber sucedido, el enfrentamiento por antonomasia en la historia reciente de España, la tristemente célebre Guerra Civil.

Fuentes: Historia de España, Pierre Vilar.

sábado, 1 de marzo de 2008

LA BALADA DE NARAYAMA


(a Sergi Bellver, con motivo de su despedida como blogger http://alasdealbatros.blogspot.com/, que no como escritor, espero)

Largometraje dirigido por Shoei Imamura, que obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cannes en su edición de 1983.

Aunque no es una película histórica si nos atenemos al género, si se trata de un fresco de la sociedad agraria japonesa del periodo anterior a la industrialización, posiblemente de la vida de las comunidades agrarias del siglo XIX.

Basada en dos novelas de Shichiro Fukazawa sustentadas en una leyenda japonesa, la cinta narra la crueldad de una sociedad agraria de subsistencia donde una boca más que alimentar supone una tragedia y donde los ancianos deben retirarse a la montaña al cumplir los 70 años para ser recibidos por el dios de sus antepasados. Un geronticidio oculto tras tradiciones religiosas.

El personaje de la abuela protagonista, Orín, una mujer mas dura que sus propios hijos, que diseña el futuro de su clan y exige ser conducida a la montaña llegado el momento, está bordado. Las costumbres de las sociedades agrarias japonesas muy bien documentadas, así como el aislamiento, la crueldad, miseria y falta de justicia que rodeaba a éstas -espeluznante el juicio popular a los ladrones. La escena final es acongojante, no deberían perdérsela. Las explícitas escenas sexuales y el uso de elementos propios del manga para caracterizar a los personajes, son marca de clase de Imamura.

Después de verla, no he podido olvidar mis comentarios sobre el decrecimiento (http://historiaficticias.blogspot.com/2008/01/vueltas-con-el-decrecimiento.html). Puede que capitalismo sea igual a explotación, pero yo me voy a la montaña de Narayama antes que vivir en una sociedad con economía de subsistencia.

lunes, 25 de febrero de 2008

MÁS SOBRE CARROS (BATALLA DE GAUGAMELA 331 aC)


“La aparición de un ejército profesional en el Reino Nuevo de Egipto (c. 11570 adC-1070 adC) está estrechamente ligada a la mayor proyección, en especial militar, hacia el mundo palestino-sirio –consecuencia entre otras cosas de la derrota de los hicsos- y a la aparición de un nuevo tipo de arma: el carro de guerra. Se trata de la primera arma colectiva, elemento característico de los ejércitos desarrollados. Pero sólo puede entenderse en su concepción como un trinomio de vehículo, arma ofensiva (el arco compuesto) y dotación de caballos entrenados.” (Fernando Quesada Sanz citado en http://es.wikipedia.org/wiki/Carro_de_guerra#_ref-5)

Dario III es persa. Sabe del poder del carro de guerra, el arma estrella de la Edad del Bronce desde que los Androvo bajaran de los Urales a sangre y fuego hace ya casi 2 000 años, el gran dominador de las batallas en Mesopotamia. Por un instante, se imagina los 3 700 carros usados por los hititas para luchar contra los egipcios en la la Batalla de Qadesh (1299 aC). Y esa visión espectacular de una estepa inundada de carros brillando al sol sobre el polvo de la llanura dispuestos a atropellar los ejércitos enemigos lo llena de confianza.

Entonces da la orden. Envía sus carros contra el ejército de Alejandro. Espera la gloria. Observa como se acercan a su destino. Contiene el aliento, expectante. Pero las formaciones enemigas se abren sorprendentemente con una velocidad inusitada. Sus carros pasan entre los ejércitos griegos sin causar bajas. Después las formaciones contrarias vuelven a cerrarse y sus carros son liquidados por la espalda en un abrir y cerrar de ojos. Es el final.

domingo, 17 de febrero de 2008

CARROS

Todo el mundo sabía en el campamento porque estaban allí. Para decirlo suavemente, por su patética vida sentimental. Ya sólo faltaba convertirse en el hazmerreír de la tropa.

“Empezó por exponer los premios destinados a los veloces aurigas: el que primero llegara, se llevaría una mujer diestra en primorosas labores y un trípode con asas, de veintidós medidas; para el segundo ofreció una yegua de seis años, indómita, que llevaba en su vientre un feto de mulo; para el tercero, una hermosa caldera no puesta al fuego y luciente aún, cuya capacidad era de cuatro medidas; para el cuarto, dos talentos de oro; y para el quinto, un vaso con dos asas que la llama no tocara todavía.”

Y es que cualquiera que lo viera después de la carrera y no fuera una feminista combativa indignada con el hecho de que el cajón más alto de podio conllevaba “una mujer diestra en primorosas labores”, pensaría: ¿Qué coño iba a hacer él con la jodida caldera? ¿Acaso se creían que era una nenaza? ¿Que se dedicaba a las cocinitas en su tiempo libre? Yo al menos, el narrador, lo habría pensado. Y más teniendo en cuenta la jugarreta de ese jovenzuelo aconsejado por su padre antes de la salida.

“Levantóse mucho antes que nadie el rey de hombres Eumelo, hijo amado de Admeto, que descollaba en el arte de guiar el carro. Presentóse después el fuerte Diomedes Tidida, el cual puso el yugo a los corceles de Tros que quitara a Eneas cuando Apolo salvó a este héroe. Alzóse luego el rubio Menelao, noble hijo de Atreo, y unció al carro la corredora yegua Eta, propia de Agamenón, y su veloz caballo Podargo. [...] Fue el cuarto en aparejar los corceles de hermoso pelo Antíloco, hijo ilustre del magnánimo rey Néstor Nelida: de su carro tiraban caballos de Pilos, de pies ligeros. Y su padre se le acercó y empezó a darles buenos consejos, aunque no le faltaba inteligencia”.

¡Vaya un listo el crío de las narices! Menuda maniobra para salirse con la suya. ¡Qué imprudencia! Encima que estaban luchando en el mismo bando, que, como quien dice, eran del mismo equipo. Aunque basta recordar las jugarretas que se dedicaron Fernando Alonso y Lewis Hamilton durante la temporada 2007 del Campeonato del Mundo de Fórmula 1, para observar que polémicas así han ocurrido siempre. Y para ver que siempre hay un puto Néstor dispuesto a envenenar las cosas con sus “prudentes consejos”.

“Todos a un tiempo levantaron el látigo, dejáronlo caer sobre los caballos y los animaron con ardientes voces. Y éstos, alejándose de las naves, corrían por la llanura con suma rapidez: la polvareda que levantaban envolvíales el pecho como una nube o un torbellino y las crines ondeaban al soplo del viento.”

Y eso que, dejando aparte el desagradable incidente, había sido una carrera en toda regla, de las que hacen afición. Aunque un observador pop lo hubiera comparado con un episodio de los Autos locos por enmedio de la playa, sólo que sin la colaboración de Hanna ni Barbera, ni tan siquiera la de un motor de cuatro tiempos, ni mucho menos la participación de la maravillosa Penélope Glamour que, evidentemente, no tiene ningún parentesco con la esposa de Ulises y hubiera debido aguantar numerosas vejaciones machistas de los otros corredores, a no ser que se tratara de una diosa. Especialmente, teniendo en cuenta como se las gastaban los tipos. Y las deidades:


“la diosa, irritada, se encaminó al momento hacia el hijo de Admeto y le rompió el yugo: cada yegua se fue por su lado, fuera del camino; el timón cayó a tierra y el héroe vino al suelo, junto a una rueda; hirióse en los codos, boca y narices, se rompió la frente por encima de las cejas, se le arrasaron los ojos de lágrimas y la voz, vigorosa y sonora, se le cortó. El Tidida guió los solípedos caballos, desviándolos un poco, y se adelantó un gran espacio a todos los demás; porque Minerva vigorizó sus corceles y le concedió a él la gloria del triunfo. Seguíale el rubio Menelao Atrida. E inmediato a él iba Antíloco, que animaba a los caballos de su padre”.

La cosa no había sido un juego, sino que se lo preguntaran a Eumelo. Menudo guarrazo se había metido el tonto. Merecido lo tenía por eso de la voz “vigorosa y sonora”. A ver de que le serviría ahora con la frente rota. Fue tras el tortazo cuando se dilucidó la suerte de nuestro protagonista, el herido emocionalmente, que ahora recordaba en la meta el momento álgido de su actuación, cuando la adrenalina había corrido por sus venas en abundancia y el había estado a punto de irse al suelo.

“El Atrida temió el choque, y le dijo gritando: ¡Antíloco! De temerario modo guías el carro. Detén los corceles, que ahora el camino es angosto, y en seguida, cuando sea más ancho, podrás ganarme la delantera. No sea que choquen los carros y seas causa de que recibamos daño.”

Le había advertido, cual chófer experimentado esquivando a un peligroso grupo de niñatos de fin de semana, drogados hasta las orejas, conduciendo a toda castaña por una autopista. Pero los jóvenes hoy en día, como los de antes, a la suya, sin importarles un pito que la mala leche de los adultos está cuajada por años de sufrir las adversidades de la vida como las que él sufría y que le habían conducido a guerrear. Por eso, encabronado, tuvo que volver a gritarle, y con razón.

“¡Antíloco! Ningún mortal es más funesto que tú. Ve enhoramala; que los aqueos no estábamos en lo cierto cuando te teníamos por sensato. Pero no te llevarás el premio sin que antes jures.”

Sin embargo, su coraje había resultado en vano. El puto niño sabía cerrar huecos y no había habido manera de meterle el carro en la recta final. Y ahora estaba allí, junto a los que festejaban los triunfos con la jodida caldera entre sus manos.

“Diomedes llegó al circo, detuvo el luciente carro; copioso sudor corría de la cerviz del pecho de los bridones hasta el pecho, y el héroe, saltando a tierra, dejó el látigo colgado del yugo. Entonces no anduvo remiso el esforzado Esténelo, sino que al instante tomó el premio y lo entregó a los magnánimos compañeros; y mientras estos conducían la cautiva a la tienda y se llevaban el trípode con asas, desunció el carro a los corceles.”

Por eso, una oleada de rabia recorrió su cuerpo. Notó las miradas burlonas y el peso de los cuernos de Helena y, con la caldera todavía entre sus manos, gritó:

“¡Antíloco! Tú que antes eras sensato, ¿qué has hecho? Desluciste mi habilidad y atropellaste mis corceles, haciendo pasar delante a los tuyos, que son mucho peores. ¡Ea, capitanes y príncipes de los argivos! Juzgadnos imparcialmente a entrambos: no sea que alguno de los aqueos, de broncíneas lorigas, exclame: Menelao violentando con mentiras a Antíloco, ha conseguido llevarse la yegua, a pesar de la inferioridad de sus corceles, por ser más valiente y poderoso. Y si queréis, yo mismo lo decidiré; y creo que ningún dánao me podrá reprender, porque el fallo será justo. Ea Antíloco, alumno de Júpiter, ven aquí, y puesto, como es costumbre, delante de los caballos y el carro, teniendo en la mano el flexible látigo con que los guiabas y tocando los corceles, jura por Neptuno, el que ciñe la tierra, que si detuviste mi carro fue involuntariamente y sin dolo.”

Fuentes:
Ilíada, canto XXIII
Axtérix en los Juegos Olímpicos

jueves, 7 de febrero de 2008

LOLITA BOSCH: INSÒLIT SOMNI, INSÒLITA VERITAT / INSÓLITA ILUSIÓN, INSÓLITA CERTEZA (Empúries / Mondadori, 2007)


No nos espantemos. No pienso hacer la crítica del libro. Para eso hay bitácoras mejores como el Diario de lecturas (http://vicenteluismora.blogspot.com/2008/01/cloverfield-ana-merino-lolita-bosch.html). Pero si incidiré en el hecho de que el libro de Lolita Bosch narra de forma somera, en un tono ingénuo e infantil, los momentos más destacados de la historia moderna de México, haciendo que los acontecimientos históricos más importantes ejerzan de capítulos. Y eso es novedoso, porqué recupera la versión fabulada y épica de la historia para incorporarla a la trama general sin tergiversarla. Así, el libro se lee de un tirón y la historia alimenta la narración. Muy recomendable, recomendación extensible a todos los públicos (a mí, la perspectiva del México moderno me ha cambiado después de la lectura).