En el siglo VIII a. C., Eurípides definía Sophos como “el arte práctico del buen gobierno”. Tres siglos después, Píndaro equiparaba despectivamente el término con el de charlatán (http://es.wikipedia.org/wiki/Sofista). La causa de esa cambio de significado hay que buscarla en los excesos retóricos y la vacuidad de contenidos que los sofistas griegos habían puesto en práctica entre ambas opiniones. Los pensadores franceses hace décadas que se encuentran en un proceso parecido. No deja de sorprender en un país tan chauvinista y orgulloso de su pasado. Teniendo en cuenta los abusos coloniales anteriores, y los monstruos que trajo el sueño de la razón, hasta es aplaudible que se esfuercen tanto en destruir, como un niño destrozando sus construcciones de Lego, aburrido de jugar . Desgraciadamente, como ocurrió con los sofistas, sólo unos pocos han comprendido la verdadera dimensión relativa del ser humano.
El último de esos charlatanes iluminados, el economista francés Serge Latouche, tuvo la oportunidad de explicar su gran invención, el decrecimiento, a los telespectadores catalanes el pasado domingo 27 de enero en un reportaje del programa 30 minuts (http://www.tv3.cat/p30minuts/30Item.jsp?idint=1191&item=reportatges&lang=caCon los problemas medioambientales que nos envuelven, la crisis económica emergente y la necesidad real de un desarrollo más sostenible, no es para tomarlo a broma. Pero que la solución consista en pretender que los índices económicos se reduzcan año a año no deja de asombrarme. Imagino que será el mismísimo señor Latouche quien le explique a los parados franceses y a sus familias al cerrar las factorías, que eso se hace por su bien. Espero que sea él también quien les explique a chinos e hindúes que se equivocan, que no es mejor vivir como nosotros, los occidentales.
Investigando un poco más en la obra del señor Latouche, descubro que fue marxista en su juventud (mayo del 68, era obvio). Al parecer, ha decidido cambiar la utopía de la dictadura del proletariado por la de la miseria. Supongo que para Latouche el desarrollo económico no conlleva poder político ni libertad. Imagino que él no le da importancia a los excedentes agrarios que permitieron el florecimiento de las culturas griega y romana. Ni que la predominancia del Islam en la Edad Media se debía a su eficiente aprovechamiento de las rutas comerciales. Ni que el Renacimiento de la cultura europea coincidió con un renacimiento de la riqueza. Ni que el injusto colonialismo fue puesto en práctica por los países europeos más desarrollados. No se cómo se explicará él la actual hegemonía estadounidense (cómo un error, supongo). Pero resulta chocante que, con su pasado marxista, no valore los planes quinquenales de Stalin, que levantó una potencia mundial sustentándose en el crecimiento económico y la explotación del pueblo ruso.