Algunas de las sociedades que hoy consideramos más liberadas, se fundaron con unos preceptos de integrismo religioso acojonantes. En Amsterdam, las autoridades religiosas a punto estuvieron de pelar a Spinoza, que vení huyendo de la persecución a los judíos propiciada por los reyes católicos. En Ginebra, Calvino mandó quemar a Servet por hereje y sin remordimientos. Sólo después de la toma del poder de estos integristas cristianos, se produjo una secularización del estado que dio lugar a las sociedades tolerantes que hoy conocemos.
Y bien, ¿no es esto muy parecido al caso iraní? Después de una revolución religiosa nacionalista y conservadora de los valores del islam, la clase media crece en un ambiente de pujanza económica y exige sus derechos. Aunque me temo que los han exigido demasiado pronto. Pero al tiempo.
Lo que sí está claro es que las revoluciones las deben propiciar los afectados por ellos mismos sin campañas liberadoras del llamado "mundo libre" que no se cree nadie (deberíamos hablar más bien del "mundo económico" hoy en franca decadencia.